sexta-feira, 1 de novembro de 2013

20131101 O Espírito e o tempo

O Espírito e o tempo


Iniciei a leitura do livro acima no final desta tarde. Para minha surpresa o Professor Herculano Pires traz a citação de Heidegger, o filósofo que venho assistindo às aulas.


São 5 aulas do Professor da UBA (Universidad de Buenos Airtes) José Pablo Feinmann sobre Martin Heidegger.


Segundo ele "o filósofo mais importante do Século XX, e isso ninguém o pode negar". Eu não posso negar, mas alguém há de haver, mais versado em filosofia, capaz de o negar.



O ESPÍRITO E O TEMPO


“A História, que é essencialmente História do Espírito, transcorre “no tempo”. Assim, pois, “o desenvolvimento do Espírito cai no tempo”. Hegel, porém, não se contenta em afirmar a “intratemporalidade” do espírito como um factum, mas trata de compreender a possibilidade de que o Espírito caia no tempo, que é o “sensível não-sensível”, O tempo há de poder acolher o espírito, por assim dizer. E o espírito há de ser, por sua vez," afim com o tempo e com a sua essência.”

HEIDEGGER, Martin, crítica de Hegel, em “O Ser e o Tempo”.



Vejamos como Martin trata esse trecho em "O Ser e o Tempo" (ambas palavras grafadas em maiúscula por serem o cerne da obra):


b) La interpretación hegeliana de la conexión entre tiempo y espíritu

¿Cómo queda comprendido el propio espíritu, para que se pueda decir que, de acuerdo a su modo de ser, el espíritu —realizándose— cae dentro del tiempo, determinado como negación de la negación?

La esencia del espíritu es el concepto.

Con esta palabra Hegel no entiende la universalidad intuida de un género en cuanto forma de algo pensado, sino la forma del propio pensar que se piensa a sí mismo:
el concebirse —como aprehensión del no‐yo. Pero, puesto que la aprehensión del no‐yo significa una diferenciación, el concepto puro, en cuanto aprehensión de este diferenciar, implica una diferenciación de la diferencia.

Por eso Hegel puede determinar apofántico‐formalmente la esencia del espíritu como negación de la negación.

Esta “absoluta negatividad” ofrece la interpretación lógicamente formalizada del cogito me cogitare rem de Descartes, en el que éste ve la esencia de la conscientia.


De esta manera, el concepto es la concepción autoconcipiente del sí‐mismo, concepción en la que el sí‐mismo es propiamente como puede ser, es decir, libre.

“El yo es el concepto puro mismo que, como concepto, ha venido a la existencia”. “Pero el yo es esta unidad primeramente pura, que se relaciona consigo misma, pero no de un modo inmediato, sino en tanto que el yo abstrae de toda determinidad y contenido, y retorna a la libertad de la ilimitada igualdad consigo mismo”.


Así, el yo es “universalidad”, pero, con igual inmediatez, “singularidad”.


Este negar de la negación es, a una, lo “absolutamente inquieto” del espíritu y su automanifestación, la que es propia de su esencia. El “progresar” del espíritu que se actualiza a sí mismo en la historia lleva consigo “un principio de exclusión”. Pero esta exclusión no consiste en una separación de lo excluido, sino en sobrepasarlo.
Este liberarse sobrepasante y a la vez soportante caracteriza la libertad del espíritu. Por consiguiente, el “progreso” no equivale jamás a un crecimiento puramente 
cuantitativo, sino que es esencialmente cualitativo, y lo es según la cualidad del espíritu. El “progresar” tiene lugar cognoscitivamente y, en su meta, se sabe a sí mismo.

En cada paso [Schritt] de su “progreso” [“Fortschritt”], el espíritu tiene que “sobrepasarse a sí mismo como el verdadero obstáculo hostil a su meta”.


La meta del desarrollo del espíritu es “alcanzar su propio concepto”. El desarrollo mismo es “una dura e infinita lucha contra sí mismo”.


Puesto que la inquietud del desarrollo del espíritu que marcha hacia su concepto es la negación de la negación, resulta conforme al espíritu que, al actualizarse, caiga “dentro del tiempo” como la inmediata negación de la negación. Porque “el tiempo es el concepto mismo que está ahí y que se presenta a la conciencia como intuición vacía; por eso, el espíritu aparece necesariamente en el tiempo, y aparece en él mientras no aprehenda su concepto puro, es decir, mientras no suprima el tiempo.

El tiempo es el sí mismo puro externo intuido, no aprehendido por el sí mismo, el concepto solamente intuido”. De este modo el espíritu aparece necesariamente, y por su misma esencia, dentro del tiempo. “La historia universal es, pues, de un modo general, la interpretación del espíritu en el tiempo, paralelamente al modo como la idea se interpreta en el espacio como naturaleza”. La “exclusión” que forma parte del movimiento del desarrollo implica una relación con el no‐ser. Es el tiempo, comprendido desde el ahora, que se pavonea. El tiempo es la negatividad “abstracta”. En cuanto “devenir intuido”, el tiempo es el diferenciarse diferenciado que se encuentra inmediatamente allí, el concepto “existente”, es decir, el concepto que está‐ahí. Estando‐ahí y, por tanto, siendo externo al espíritu, el tiempo no tiene ningún poder sobre el concepto, sino que el concepto “es, más bien, el poder del tiempo”.
Hegel muestra la posibilidad de la realización histórica del espíritu “en el tiempo” apelando a la mismidad de la estructura formal del espíritu y del tiempo como negación de la negación. Es esta abstracción máximamente vacía desde el punto de vista ontológico‐formal y apofántico‐formal, en la que el espíritu y el tiempo se enajenan, la que posibilita el establecimiento de una afinidad entre ambos. Pero como, por otra parte, el tiempo es concebido en el sentido del tiempo del mundo plenamente nivelado, quedando así su origen enteramente encubierto, el tiempo se presenta frente al espíritu pura y simplemente como algo que está‐ahí. Por eso el espíritu no puede sino llegar a caer “dentro del tiempo”. Pero queda en la oscuridad lo que pueda significar ontológicamente este “caer” y la “realización” de ese espíritu que es dueño del tiempo, y que, propiamente, “está fuera de él".


Pero así como Hegel no esclarece el origen del tiempo nivelado, así también deja totalmente sin examinar el problema de si la constitución esencial del espíritu como negación de la negación puede ser posible de otra manera que sobre la base de la temporeidad originaria.


***


É difícil, pois são dois grandes pensadores em confronto aqui.


Hegel propoe o "desdobramento do espírito sobre si mesmo" num processo dialético e histórico transcorrido no tempo.


Por outro lado Heidegger ve o espírito como "um Ser arrojado na existência" ou "jogado na existência" na "temporeidade originária" como vimos acima.


Pensando como espirita como compreendo isso? Esse embrulho gigantesco para mim?


Enquanto Heidegger tem a visão do espírito na sua origem e sua essência, vendo apenas sua temporalidade da criação ("somos criados simples e ignorantes" como aprendemos todos).


Hegel, por sua vez, analisa a vida do espírito dentro da História (maiúscula mesmo, História da Humanidade, processo histórico). E isto apenas pode ocorrer se olharmos a temporalidade de forma mais ampla.


O que permite ao espírito se relacionar com um objeto, estruturar um conceito sobre esse objeto sob sua análise (negação primeira); e num momento posterior negar o conceito primeiro (negação da negação).


Essa negação da negação passa a se tornar agora o conceito primeiro, capaz de ser novamente confrontado num processo sem fim.


A relação espírito-objeto pode ser tida por espírito-corpo (encarnação), que tem por contrapartida uma nova encarnação numa outra relação espírito-corpo. Num processo a meu ver infinito, pois sempre nascerão coisas novas a conhecer. Mes este é um outro debate.


Essa "Dialética dos Conceitos" ou "Dialética Interexistencial" (ou palingenética como quer Herculano Pires) é a geratriz do progresso do espírito e da própria História segundo compreendi do que li de Hegel.


Para Hegel o progresso do espírito se dá em paralelo, ou dentro do progresso da própria História da Humanidade.


Acato de bom grado outras formas de ver esse mesmo texto. Uma outra mirada menos complexa que a encontrada por mim.


A Filosofia tem esse condão de nos apresentar a cada dia um novo desafio a ser vencido.

E sempre uma nova perspectiva para nossa trajetória espiritual.


Paulo Cesar Fernandes

01 11 2013

Nenhum comentário: